Por esta trocha de silencio.

Una tromba de palabras
pasa ligera golpeando mi vientre.
Sube en remolinos azules
entintando mi pecho
descolorido, ajado, pendiente,
esquivo.

De un zarpazo arranca mi oreja
y entra a este mundo concreto,
sinuoso, desvalido.
Se acurruca y duerme el tiempo
para crear su salto
de despierta tinta que ennegrece mi lengua.

Así, escupo a gritos las letras
que firman un tiempo sin obituario;
un exilio de vivencias aprehendidas
de un encuentro de raíz sin historia.

En verde navego por esta trocha de atajos
de silencio solemne y tirano.
Pendiente, articulado, huracanado
me armo de brillo y descargo
esta selva de lacónicos relatos.

En estas veredas grises

Caminantes sin mirada
despegan con memoria zurcida
su piel del espejo.

Alcohólicos amantes músicos,
a pie descalzo corren por comida, oro y metal.
Por papel y rostros
que nombran su valor.

Aquí y allí,
clavado, golpeado, cortado y molido,
se mezclan sábanas con huesos
en ese vaho de angustia,
en esa mancha deforme que vuela
sobre el húmedo sentir
de tener lo que no tienen
los que miran la luz como algo raido.

Hoy no escribo...

Hoy no escribo,
hoy miro mis cuerpos
caminantes anquilosados.
Deconstruidos.

Amnesia nuestra de cada día.

Amnesia carne, amnesia barro,
te quiero, así marchita
reptando entre almas
de huesos frios
de tus hombres guerreros,
torturadores, curas, verduleros.

Amnesia dulce sin espinas
recorres las rosas que dejaron
tus mujeres desaparecidas.

Residimos en tu día
amnesia de encuentro.
Amnesia sutil de golpe en el pecho.
Sin aire, abres tu boca
estacionada en nuestro colectivo
listo para el silencio.

Memoria

La tierra pasa lentamente a tus pies
cansados, tristes, vagabundos.
Antiguos acompañantes de historias fugaces.

Tierra roja, tierra sangre.
Clandestina.
Imprescindible, borracha peregrina,
oculta, violenta enternecedora.
Mira de incógnito,
mira de tierna, de madre, de amante.
Mira de viuda y abre los surcos
entre el viento y el pájaro
que alegre viste de negro.

Agobiada, te refugias
en euforias de cama caliente y sopas amargas.
Caminas de lado,
de angosto tangente
bordeando los signos, suelta de encanto,
tapizada de polvo.
Cubierta de blanco.

Tierra memoria, tierra de pasos,
de golpes de péndulo.
Ridícula, pragmática
envuelves el tiempo en dócil cemento.

Con suave neblina borras el rastro
del oscuro barquero
que silente espera el momento
de remos grises y moneda de oro.
Caronte, sin tierra, espera sin tiempo.

Latino voy

Camino entre árboles verdes de hoja caída.
Camino metálico, frío
y planto mi pie, plano de hierro.
Concreto.

Aquí voy,
seco, diestro,
en movimiento, mirando pal frente.
Corriendo.

Mi brazo se convierte en fusil y disparo.
Voy lleno, matutero,
pálido, gris, aniquelao como el viento
que mece la bala de letra
que se entierra en tu pecho.

así verde voy
sintiendo el orgullo, el deseo,
de ser siempre latino
parido en el agua que llega a tu puerto.

Ahora rojo, disfrazado de Dios
que vuelve al encuentro,
de mi historia. Tu histeria llena de miedo.
Inmigrante latino
se queda adentro.

Tiempo

Se desliza.
Lento, suave y mojado.
Un caracol en mi oreja.
Destellos de memoria asaltan mi mirada.
Mientras,
azules movimientos de historia,
golpean la piedra de este muelle, que estará allí.
Siempre.
Esperando al tiempo
con las piernas cruzadas al viento.

Azules recuerdos
caminan lento en tu cuerpo.
Caen, en gota fría que recorre el pecho.
Y una vez ahí, en el centro,
retoñarán en flor de espinas
para tu suave concierto.
De ruidos, de claves,
de tu paso;
caracol.
Por este suave momento
en un cuerpo gris de tanto cemento.

reina

La reina camina, entre piedras y almohadas
buscando dientes y caracoles.
Rosas y vientos.

De bruces, se estrella en la mirada de los perros de la calle.
Los ciegos y los melancólicos tocan su interior,
cayendo y gimiendo.
Rasgando y moliendo.

lo mira todo y se encuentra
meneando la cadera al son de un tambor
que retumba desde su pecho.
Vacío pecho.

Sex pusher

Como parido entre piedras
se me calienta el corazón.
De ver tanto made in wherever,
tanto gel ,tanto pito.

Miro en detalle y me dan ganas de volar,
ganas de probar un salto al vacío,
un encuentro con mis dioses y mi locura.
Allí, de corazón caliente me quedo,
mirando al que vende
gozando la muerte.

Perdido divago entre casas azules.
Compro una copa y bebo tu néctar,
vuelo en tus piernas y rezo:
En tu sexo Sex pusher.

Alivio mis planes,
sintiendo cada segundo como un disparo en la sien,
que me envuelve y me llama
a bañarme de ti,
etérea entre mis dedos
Sex pusher…

Y punto.

Treinta y tres pasos,
giros, movimientos de cadera.
Las comas saltan desde la esquina
mientras un gato mira,
sedante.

Los puntos me esperan,
quieren ese espacio silencioso.
Ese espacio calmo y frío entre el calor de mi tórax
y el color de esta letra.

Ellos,
puntos y comas, más puntos que comas,
hurgan en mi vientre,
buscan huesos y dientes de oro.
Encuentran flores y color.

Y mi cuerpo,
pequeño cuerpo,
esta forrado de tinta negra
que pesa como el rojo.
Sin punto, sin coma,
listo para saltar a tu tela.

El Rosal

Me limpio la boca
amarga de café,
boca llena de letras
que saltan desde mi rojo vientre.

Hierven por dentro
cortas,
largas, de colores y aveces.
Solo a veces
en blanco y negro.

De mi mano crece
un machete de textos.
Corto el vientre del día
y camino liviano
acariciando el viento.

mi vida

Desde esta mesa , esta silla,
escucho mi infancia , mis sueños.
El viento
frágil y malhumorado me trae tus recuerdos.

Tus recuerdos de risas, de melancolías
me trae tus barcas y trenes.
Tus caballos de Troya que aniquilan mi pensamiento.

Desde esta mesa, redonda mesa,
escucho pasar mi vida.
Mi cálida vida
amarilla de angustias,
roja de pasiones.

Desde aquí mi vida,
mi yo, mi vida.
Te doy la mano y te encuentro
ambos viejos y en el comienzo.
Desde esta noche caminamos juntos
entre bajos y cemento.
Entre gritos y miradas esquivas de un metro.

Desde aquí, mi vida
seremos uno.
Seremos la gota que retumba
en el amanecer de un muerto

una historia

Aquí comienza la historia
contada en este espejo,
sacro y soso, virtual y plástico,
sediento de máquinas y pistones,
sediento de negros lagos en las ideas…

aquí, en la esquina de la cama que descansa a tus espaldas
bajo tu cuerpo inerte que solo recuerda,
que solo responde a preguntas idiotas,

aquí bajo mi texto
...sobre tu piel,
tremendas amarras cortan...

tus manos,
tus días , tu oreja,
tu lengua...